miércoles, 1 de octubre de 2008

Ya pues padres atinen (Elisabeth Anriquez)

A propósito del artículo “La Mesa Coja” de Sergio España en el diario La Segunda, refiriéndose a la ausencia y falta de participación de los padres en la educación de sus hijos, me surge como tantas veces antes, el asombro, el desconcierto, aunque quizá debiera decir palabras más fuertes. Siento la impotencia que se sufre ante situaciones donde se esta produciendo un daño a otros y uno es sólo un espectador invisible y como tal no es visto ni escuchado. Cuando nos remitimos a padres provenientes de estratos socioculturales sobre el promedio, la pregunta es:
¿Qué les pasa a estos padres que siendo educados y probablemente inteligentes, no son capaces de indagar qué pasa realmente más allá de los hermosos muros de los colegios de sus hijos?
¿Conocen cómo es la relación que se da entre sus hijos y los profesores? ¿Están aprendiendo a confiar en sí mismos y en sus capacidades? ¿Ellos están siendo educados en el respeto, la solidaridad, la no discriminación?
Las experiencias han mostrado que los mejores aprendizajes se producen en un clima emocional donde impera una buena convivencia. Es en la escuela donde el buen maestro refuerza los hábitos apropiados, los buenos modales, el hablar correcto.

En los estratos donde los padres tienen menores niveles educacionales, es la escuela la responsable de atraerlos y apoyarlos para que logren una organización que sea aportadora y propositiva en el proceso educativo de sus hijos. Que participen y conozcan a quienes pasan muchas horas del día con sus niños y niñas.

Con esto quiero enfatizar, que junto al uso de la tecnología o los laboratorios bien implementados, los padres deben velar porque en las instituciones educativas a las que asisten sus hijos, estén contando con las personas, los adultos que los guiarán adecuadamente en su desarrollo personal, con afecto y a la vez con firmeza, con amor y normas claras.
Ps. Elisabeth Anriquez Ebner

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