Sergio España
En un paradero de buses en Manuel Rodríguez fui testigo de la conversación de dos Carabineros: uno comentaba que casi se le había arrancado un automovilista en una revisión... hasta que le preguntó dónde vivía.
Una amiga fue sistemáticamente revisada por Carabineros en su auto cuando iba a buscar sus hijos al Colegio durante al menos tres semanas seguidas (a veces más de una vez por semana), tanto que la funcionara era la misma y ya la reconocía. Sin embargo, realizaba toda la revisión del vehículo y sus documentos como siempre.
Un domingo de agosto por la noche en Avenida Estadio veo un furgón policial con luces activadas y a gran velocidad. Freno como corresponde y doblo. El furgón me alcanza y el conductor me grita sin bajarse que no he respetado el disco pare y sigue increpándome a viva voz. Mi hijo de seis años se asusta y me pregunta si los Carabineros usan metralletas.
Son experiencias – no sé qué tan compartidas- que me llevan a preguntar si estamos construyendo una cultura de tránsito en nuestra comuna. Una cultura es el resultado de un esfuerzo común para lograr ciertos objetivos; una forma de hacer las cosas que todos compartimos. Hay una cultura deportiva, una cultura cívica, una cultura musical...y debiera haber una cultura de tránsito que evite que las personas sufran la imprudencia de otros. Una cultura de tránsito se construye no sobre la base del mero castigo, sino del compromiso y aceptación.
No pido que se haga vista gorda a las infracciones, sino que sean aplicadas con criterio y buscando solucionar el tema de fondo. Muchas veces los más perjudicados- como siempre- son las más personas de menos recursos. Autos con revisión técnica vencida, por ejemplo. Una multa por esa falta sólo dificulta que el infractor junte el dinero para solucionar el problema. Se alimenta el mito – errado- de que las arcas municipales dependen de la cantidad de infracciones cursadas
Una cultura de tránsito supone inversión, ya que una parte importante de los accidentes de tránsito son consecuencia del estado de las calles y caminos. Un gran lienzo en la calle Arturo Prat agradece al gobierno regional la pavimentación de dicha arteria. La inversión dejó las tapas de alcantarillado varios centímetros abajo, lo que supone la necesidad de esquivarlas -a veces- bruscamente. Hace dos años en camino Padre Hurtado un padre y su hija murieron producto de una mala maniobra para esquivar un bache que estaba creciendo hace meses. Dos días después de la tragedia fue rellenado con asfalto.
Carabineros es una de las instituciones más queridas y respetadas de este país. Lo sé fehacientemente por que lo constato en algunos de los estudios de opinión que me toca revisar. Lo digo porque he visto ver el esfuerzo con que cumplen su labor, a veces sin los medios. Conozco su realidad ya que tengo un querido compadre “paco” desde hace más de 20 años. Espero que podamos aportar todos, junto con Carabineros, a una cultura de tránsito más efectiva.
En un paradero de buses en Manuel Rodríguez fui testigo de la conversación de dos Carabineros: uno comentaba que casi se le había arrancado un automovilista en una revisión... hasta que le preguntó dónde vivía.
Una amiga fue sistemáticamente revisada por Carabineros en su auto cuando iba a buscar sus hijos al Colegio durante al menos tres semanas seguidas (a veces más de una vez por semana), tanto que la funcionara era la misma y ya la reconocía. Sin embargo, realizaba toda la revisión del vehículo y sus documentos como siempre.
Un domingo de agosto por la noche en Avenida Estadio veo un furgón policial con luces activadas y a gran velocidad. Freno como corresponde y doblo. El furgón me alcanza y el conductor me grita sin bajarse que no he respetado el disco pare y sigue increpándome a viva voz. Mi hijo de seis años se asusta y me pregunta si los Carabineros usan metralletas.
Son experiencias – no sé qué tan compartidas- que me llevan a preguntar si estamos construyendo una cultura de tránsito en nuestra comuna. Una cultura es el resultado de un esfuerzo común para lograr ciertos objetivos; una forma de hacer las cosas que todos compartimos. Hay una cultura deportiva, una cultura cívica, una cultura musical...y debiera haber una cultura de tránsito que evite que las personas sufran la imprudencia de otros. Una cultura de tránsito se construye no sobre la base del mero castigo, sino del compromiso y aceptación.
No pido que se haga vista gorda a las infracciones, sino que sean aplicadas con criterio y buscando solucionar el tema de fondo. Muchas veces los más perjudicados- como siempre- son las más personas de menos recursos. Autos con revisión técnica vencida, por ejemplo. Una multa por esa falta sólo dificulta que el infractor junte el dinero para solucionar el problema. Se alimenta el mito – errado- de que las arcas municipales dependen de la cantidad de infracciones cursadas
Una cultura de tránsito supone inversión, ya que una parte importante de los accidentes de tránsito son consecuencia del estado de las calles y caminos. Un gran lienzo en la calle Arturo Prat agradece al gobierno regional la pavimentación de dicha arteria. La inversión dejó las tapas de alcantarillado varios centímetros abajo, lo que supone la necesidad de esquivarlas -a veces- bruscamente. Hace dos años en camino Padre Hurtado un padre y su hija murieron producto de una mala maniobra para esquivar un bache que estaba creciendo hace meses. Dos días después de la tragedia fue rellenado con asfalto.
Carabineros es una de las instituciones más queridas y respetadas de este país. Lo sé fehacientemente por que lo constato en algunos de los estudios de opinión que me toca revisar. Lo digo porque he visto ver el esfuerzo con que cumplen su labor, a veces sin los medios. Conozco su realidad ya que tengo un querido compadre “paco” desde hace más de 20 años. Espero que podamos aportar todos, junto con Carabineros, a una cultura de tránsito más efectiva.
Publicicado en El Buinense
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